Ya está otra vez

Santa Klaus Kinski

Santa Klaus Kinski

Lo único que me suele gustar de la navidad son los días no laborables ya que por lo demás hace  tiempo que le perdí la gracia a estas fiestas. Principalmente porque:

1.- Me suponían compromisos familiares que no me apetecían nada.

2.- Me hacían sentir tristeza.

3.- Implicaban siempre una gran cantidad de trabajo en la cocina y la mesa.

4.- Los programas especiales de tv son patéticos y están destinados a hacer creer a los que están solos que hay gente intentando divertirles, cuando en realidad estos programas están grabados muchos meses antes y los que participan en ellas están pasándoselo en grande con su gente y tú alli, solo solo.

5.- Razón última y principal: Las navidades me aburren sobremanera.

Pero este año resulta que me las voy a tomar bastante relajada y he decidido que incluso, dentro de un límite, las voy a disfrutar.

Después de muchos años he colgado adornos en mi casa y en la puerta y he hecho planes navideños que consisten en: Estudiar, pintar la habitación que le queremos montar al petit Dídac, y realizar «únicamente» las reuniones familiares de nochebuena, año nuevo, reyes y alguna suelta. Punto.

Y como después de muchos años no saldré de viaje en estas fechas pues me da igual que llueva, que nieve, que truene o que salga el sol. Porque me he dado cuenta de que no es fácil sustraerse a toda esta parafernalia así que mejor me lo tomo con tranquilidad. Y a pasarlo bien mientras se pueda.

Que ya sabemos todos que a lo largo de la vida más de una navidad es triste con razón.

Published in: on diciembre 21, 2009 at 6:25 pm  Comments (3)  
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Chinatown

A mi barrio lo llaman algunos, despectivamente, Chinatown, porque aunque hay árabes, latinoamericanos, Europeos del Este y algunos españoles, los que copan la zona son los chinos. Tienen una manera de ser y estar que pasa muy desapercibida, aunque en cuestión de negocios están a la que salta, ya lo he comentado más de una vez. Mi barrio está copado de tiendas de comida, abalorios, peluquerías, alguna inmobiliaria, de todo un poco… chinas. A mi no me molestan en absoluto en el sentido de que no son ruidosos, no montan escándalos, no se meten con nadie y todas esas cosas que ya sabemos de los chinos.

Algunas cosas de ellos me llaman mucho la atención: acostumbran a juntarse en algunas plazas en concreto y se colocan todos en cuclillas para hablar, leer el periódico, fumar… no sé como aguantan pero son capaces de tirarse horas así. Es muy curioso.

Pero hay algo que no soporto:  esa facilidad con que lanzan escupitajos estén donde estén. No sé si es que sienten la necesidad inexcusable pero es que les he visto hasta escupiendo en las papeleras de la sala de espera de un hospital, lo cual es de lo más desagradable. Al ver esto me enfado y pienso en lo típico «Si esas son sus costumbres que las apliquen en su país, que no todo va a ser respetar las tradiciones, coñe!».

Más ahí está la cruda realidad: los africanos y árabes también escupen, y no sólo eso: los españoles, esos que hablan como yo y comparten mi abanico costumbrista, van anunciando el lapo arrastrando todo lo que tienen en la garganta y luego… zas! lo lanzan para un lado, o al frente, según haya algo susceptible de ser tumbado de un escupitajo. Y tú, que estás adelantando por su brazo izquierdo, esquivas como puedes el tiro, aunque nadie te quita el ascazo que te provoca esta costumbre tan china.

Pues que se jodan los chinos, que aquí esta habilidad la tenemos super trabajada.

Published in: on diciembre 9, 2009 at 11:21 am  Comments (9)  
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